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martes, 27 de noviembre de 2012

MIGUEL DE LA MADRIR HURTADO SEXENIO


Miguel de la Madrid Hurtado: 1982-1988.

Los retos de Miguel de la Madrid.
Como en 1976, Miguel de la Madrid se encontraba con la urgencia de sacar al país de la crisis económica. En el sexenio anterior, gracias al descubrimiento de yacimientos petrolíferos se pudo sostener la situación económica del país recurriendo al endeudamiento, pero en esta ocasión la exigencia era extrema y medidas económicas apremiantes moldearían el rumbo del gobierno durante este periodo. El modelo económico del régimen había colapsado, era momento de buscar nuevas alternativas, y la apertura comercial y las políticas financieras restrictivas darían la pauta para el nuevo modelo económico a seguir. En el aspecto político el panorama también era poco alentador para el régimen. Las sucesivas crisis económicas afectaron el bienestar de la población, provocando que nuevos actores, y otros que habían permanecido alineados al sistema, pudieran aparecer ahora como opositores al régimen.  Así es que los objetivos en materia económica estaban en lo más alto de las prioridades del gobierno entrante; en materia política, una reforma al sistema no era prioritaria, las instituciones se mantenían fuertes y la oposición, aunque daba signos de poder fortalecerse, seguía siendo minoritaria. La finalidad principal de Miguel de la Madrid era “lograr la transformación estructural de un sistema económico que acababa de mostrar su inviabilidad histórica”. Para lograr lo anterior, de la Madrid planteó que la relación con los EEUU era crucial paraque sus metas tuvieran éxito, pues se sabía que este país determinaba el nivel de apoyo que México podía recibir de los organismos financieros mundiales.   
 Héctor Aguilar Camín y Lorenzo Meyer, A la Sombra de la Revolución Mexicana, 279.  Aparte de EEUU, el otro objetivo de de la Madrid en política exterior sería Centroamérica. Al igual que para su sucesor, esta región continuaría siendo prioritaria en la agenda de Miguel de la Madrid en dos sentidos: (1) México tenía intereses de seguridad en la región, y (2) era una manera de mantener la imagen progresista del régimen. Lo que cambiaría durante este sexenio en relación al papel de México en Centroamérica sería la forma en la que lo abordaría, pues los esfuerzos se tratarían de enfocar en multilateralizar el asunto buscando el apoyo de otros países que tuvieran intereses en esa región.   
El esfuerzo de México en política exterior entonces se centraría en EEUU, en materia económica, y Centroamérica, en materia política. La estrategia sería mediante de una política económica austera, ganarse la confianza de los empresarios y gobierno estadounidenses y los mercados financieros mundiales, mientras que en Centroamérica se mantendría una política activa que disintiera de la de Reagan, y que diera cierta imagen de independencia con Washington. Como a inicios de los 60 en el caso de Cuba, era primordial para México lograr un acuerdo con EEUU para disentir en el tema de Centroamérica, pero la ideología de la administración de Reagan haría complicado lograr dicho entendimiento.


El esfuerzo de Contadora.
Como se comentó anteriormente, la política exterior mexicana hacia Centroamérica mantuvo cierto grado de continuidad, pues la intención de defender intereses mexicanos en la región se mantuvo; sin embargo las formas de aproximarse al problema serían diferentes. La  acción de México vendría ahora de manera colectiva, y si bien ya habían existido casos en los que México buscaba iniciativas conjuntas (como en el comunicado franco-mexicano y el Acuerdo de San José), el nivel de concertación y de trascendencia que se buscaba con este nuevo intento no tenía precedentes. Es importante resaltar que el cambio significativo en la política hacia Centroamérica se da en cuanto a que México deja de apoyar a la revolución, como era el caso de Cuba, para ubicarse en una posición más al centro, misma que le diera legitimidad para formar una coalición de países que pretendiera un papel mediador.  
También un cambio importante es el regreso de México a una política exterior acorde a sus principios, lo cual se refleja en la aceptación de México de todos los gobiernos del área, sin importar su legitimidad o sus prácticas. Consecuentemente y con apenas un mes en el poder, el 8 de enero de 1983, Miguel de la Madrid envía a su canciller para reunirse con sus contrapartes de Venezuela, Panamá y Colombia en la Isla de Contadora, Panamá. Con esto nace el Grupo de Contadora, en el cual, a raíz de la radicalización de las posturas de EEUU y de Nicaragua, los cuatro países compartían el interés de evitar una escalada militar en la región, a la vez que tenían enfoques similares en cuanto al origen de la crisis y la forma en la que debiese ser solucionada.
Los cuatro países creían que los problemas en la región eran el resultado de procesos históricos inherentes al subdesarrollo, la pobreza y la existencia de gobiernos represivos y anti-democráticos. Washington, por su parte, creía que los problemas en Centroamérica eran originados por la intromisión soviética a través de Cuba, y por lo tanto la existencia de movimientos revolucionarios era del interés de EEUU porque amenazaba su seguridad. La diferencia entre estos Fernando Solana, “Balance y Perspectivas del Decenio 1981-1990”, 549. dos enfoques hacía que, por un lado los países de Contadora ubicaran al conflicto como un resultado esperado por la situación de retraso en el área, y por el otro EEUU situara al problema en el marco de la confrontación EsteOeste e hiciera inaceptable la existencia de otros satélites soviéticos en el hemisferio. 
Las sospechas de EEUU de que fuerzas exógenas habían iniciado la crisis eran falsas, pero no se puede ignorar el apoyo logístico, económico y en armamento que Cuba había otorgado a las guerrillas centroamericanas. Fidel Castro, al igual que Ronald Reagan, tenía interés en alinear a los países de la región hacia su bando. El Grupo de Contadora buscaba evitar este alineamiento, manteniendo a los países dentro de la esfera latinoamericana, e impidiendo a toda costa la intervención militar, la cual seguramente terminaría en la imposición de gobiernos leales a Washington, retrasando el desarrollo de
la subregión. En este contexto surge el Grupo de Contadora para mediar entre los EEUU y los procesos revolucionarios centroamericanos, a la vez de que se pedía a Cuba que sacase las manos de Centroamérica para facilitar el diálogo.
El primer proyecto del Grupo surgió en septiembre de 1983 con el Documento de 21 Objetivos. Aquí se planteaba, principalmente, la prohibición de la instalación de bases militares extranjeras y la presencia de asesores militares extranjeros en el área; se proscribía el uso de territorio propio por grupos que intentasen desestabilizar al gobierno de otro país; se apoyaba al mejoramiento de instituciones democráticas; y buscaba fomentar la integración regional y la cooperación. Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, más los cuatro de Contadora, accedieron a firmar el documento, pues éste era una declaración de intenciones, no de compromisos
3
.
El interés de Contadora era, sobre todo, mantener al régimen sandinista
en Nicaragua, pues era sabido que Costa Rica, Honduras y El Salvador eran
aliados de Washington y también querían aislar a Nicaragua. Inicialmente, la
estrategia de EEUU fue la de aceptar los esfuerzos de Contadora y acceder al
diálogo con los sandinistas. Durante este proceso Washington mantuvo una
doble cara, pues presionaba al  gobierno nicaragüense militar y
económicamente, a la vez que mantenía diálogos y negociaciones, muchos de
los cuales se dieron en Manzanillo, Colima. Esta estrategia se mantuvo hasta
que Reagan fue reelegido en noviembre de 1984, cuando EEUU suspendió
unilateralmente los diálogos. Mientras tanto el Grupo de Contadora desarrolló
una serie de propuestas en el Acta de 1984. 
En el Acta de Contadora de 1984 se establecen dos áreas clave del
desacuerdo: las cuestiones militares  y de seguridad, y de política. Se
prohibieron la instalación de bases militares y maniobras militares extranjeras en
la región, y se establecía la democracia política como la forma de gobierno que
adoptarían los países involucrados. También el Acta incluía mecanismos de
revisión para que los acuerdos fueran cumplidos. Todos los países
centroamericanos, a excepción de El Salvador, se manifestaron de acuerdo con
el Acta. EEUU respondió que no firmaría la misma, e inmediatamente Nicaragua
cambió de parecer y también declaró que no lo haría.
4
Con la negativa de EEUU, el Grupo de Contadora se dio cuenta de los
verdaderos objetivos de este país en la región. Con el Acta de 1984 se prohibía
                                                
3
 Sara Gordon, México frente a Centroamérica, (México: Instituto de Investigaciones Sociales
de la UNAM, 1993), 61-62.
4
 Carlos Rico, “Hacia la Globalización”, 138-139. la presencia militar extranjera en el área, tanto soviética y cubana como
estadounidense, lo cual implicaba que EEUU abandonara la presencia
dominante que hasta ese momento mantenía en Centroamérica. Lo cual
manifiesta que EEUU, lo que pretendía, era ubicar al conflicto centroamericano
dentro de la confrontación de la Guerra Fría para legitimar y perpetuar su
presencia en la zona. Cuando EEUU se da cuenta de que los centroamericanos
estaban dispuestos a dialogar y de que a la larga perdería influencia en la
región, inmediatamente cambió de una posición severa a intransigente. Es
decir, EEUU seguía una política imperialista en la que la negociación era
inaceptable si ésta pretendía menoscabar la influencia estadounidense, por lo
que Contadora estaba condenado al fracaso. 
EEUU pidió entonces a los gobiernos que eran sus aliados en
Centroamérica que hicieran revisiones al Acta de 1984. Las revisiones eran en
el sentido de que había que individualizar las situaciones de los países, con el
objetivo de permitir niveles de armamento dependiendo de las necesidades de
seguridad de cada gobierno. También se eliminaron las cláusulas que
ordenaban el retiro de la presencia militar estadounidense en la región, además
de que también se suprimía la obligación de EEUU de firmar el acta y el cese de
su ayuda a la Contra
5
. El proceso llegó a un estancamiento y en el verano de
1985 surgió el Grupo de Apoyo a Contadora o Grupo de Lima, formado por
Perú, Brasil, Argentina y Uruguay. El Grupo de Contadora redactó una nueva
acta en septiembre de 1985, en la cual se mantenía la prohibición de bases y
asesores militares extranjeros en la región, pero eliminaba la cláusula del cese
de apoyo a la Contra de parte de EEUU y pedía que el ejército nicaragüense
                                               
5
 Sara Gordon, México frente a Centroamérica, 68. disminuyera sus tropas
6
. Nicaragua consideró que el acta era inaceptable y
decidió no firmar al Acta Revisada de 1985.
El ahora llamado Grupo de los Ocho o Grupo de Río (Contadora y Lima),
intentó en enero de 1986 convencer a las partes de que aceptaran un mínimo
de concesiones para destrabar los diálogos. Nicaragua parecía cada vez más
aceptar apoyo soviético y cubano y el aislamiento de este país en el ámbito
regional era cada vez mayor; por su parte EEUU incrementaba su apoyo militar
a los países vecinos y a la Contra. Parecía que la acción del Grupo de los Ocho
carecía de sentido, pues lo que una parte pedía de la otra era algo que no se
podía negociar. EEUU quería que Nicaragua echara atrás su revolución y
Nicaragua buscaba que EEUU se comprometiera a retirarse militarmente de la
región. Un nuevo intento de que se firmara el Acta de Contadora vino en junio
de 1986 y fracasó
7
La última prueba de pacificación se dio a finales de 1987, pero la
iniciativa la tomaron los propios países de la región inspirados por la acción de
Contadora. Dicha iniciativa se concretó en el Acuerdo de Esquipulas en 1987
8
.
El Grupo de Contadora expresó que su labor de mediación había llegado a su
fin y que a partir de ahora los problemas del área serían resueltos por los países
que pertenecían a ella.
Si bien el objetivo inicial de Contadora de lograr un acuerdo de paz en la
región y mantener fuera a EEUU no se logró, si pudo evitar una confrontación
militar directa entre Nicaragua y EEUU, o entre Nicaragua y sus vecinos,
además de que propició que los países de la región tomaran la iniciativa para
solucionar sus problemas.
                                                
6
 Sara Gordon, México frente a Centroamérica, 86.
7
 Sara Gordon, México frente a Centroamérica, 88.
8
 Héctor Aguilar Camín y Lorenzo Meyer, A la Sombra de la Revolución Mexicana, 276. Cuba y el Grupo de Contadora.
Desde el surgimiento de Contadora, Cuba apoyó sus iniciativas, pues le
interesaba que EEUU se mantuviera fuera del conflicto. La actividad cubana en
Centroamérica era extensa, en especial en Nicaragua, donde para 1983, entre
civiles y militares, tenía casi 8 mil asesores
9
. Las sospechas de Reagan de que
Cuba alentaba a los grupos revolucionarios estaban confirmadas, y el curso que
las cosas habían tomado en el caso de Granada en 1983 preocupaban a
Castro.
El ejemplo de Granada había puesto sobre aviso a Castro de lo que
pasaría en caso de que algún país satélite radicalizara sus posiciones. El
gobierno socialista de Maurice Bishop en Granada empezó a importunar
innecesariamente a los EEUU. Cuba, para evitar la invasión pidió a Granada
que moderara su discurso, a lo cual no hizo caso. La invasión no se hizo
esperar y en 1983 tropas de marines invadieron la diminuta isla. La Unión
Soviética no metió las manos en el asunto. 
Cuba entonces se dio cuenta que la URSS no se metería en problemas
con los EEUU en América bajo ninguna circunstancia. La situación ya
empezaba a ser crítica en Moscú, y en caso de que EEUU decidiera invadir
Nicaragua e imponer más restricciones a Cuba, la Unión Soviética apoyaría a
Cuba moral y económicamente de forma limitada, pues militarmente no tenía la
intención de confrontar a EEUU, mucho menos en su hemisferio.
Cuba, por su parte apoyó al gobierno sandinista enviando asesores
militares, médicos y profesores, a la vez que aumentó su apoyo económico y de
                                               
9
 Thomas H. Moorer y George A. Fauriol, Caribbean Basin Security, The Washington Papers,
Vol. XI, No. 104, (EEUU: Praeger, 1984), 65. armas al país. En el caso de El Salvador, EEUU insistía en que Cuba era quien
enviaba armamento a la guerrilla, lo cual Castro negó insistentemente. Si bien
Cuba tenía presencia en la región, sobre todo en Nicaragua, y de manera muy
limitada en los demás países, EEUU instaba a los demás países a creer que el
origen del problema era Cuba, que sin su apoyo a actividades subversivas la
crisis no se hubiera desencadenado, lo cual nadie en la región creía. La mayoría
del armamento que recibía la guerrilla centroamericana no provenía de Cuba,
sino de los demás países vecinos e incluso de EEUU, gracias al mercado negro.
El papel de Cuba entonces en Centroamérica fue más limitado de lo que EEUU
creía o quería hacer creer, y esta intención inquietaba a Castro.
Por lo anterior, Fidel Castro leyó que era de su interés lograr solucionar
los problemas de Centroamérica, en especial el diálogo entre Nicaragua y
EEUU, pues si la situación escalaba hasta la intervención militar, la misma
existencia del régimen cubano estaría en duda. La necedad de EEUU entonces
ponía a Cuba como el instigador de los problemas en Centroamérica, Cuba
quería quitarse tal título, pues en caso de una agudización del conflicto Cuba
podría salir perjudicada. Consecuentemente Castro advirtió que la única forma
de contener a EEUU en sus ímpetus intervencionistas era apoyando al Grupo
de Contadora, negando su apoyo a la guerrilla centroamericana de El Salvador
y aceptando limitadamente su presencia en Nicaragua.
México y EEUU: entre la tensión y la colaboración.
Como ya se mencionó anteriormente, los objetivos en política de exterior
durante la administración de Miguel de la Madrid fueron Centroamérica y EEUU.
El primero como objetivo en materia política, y el segundo, económica. Mientras se disentía con los EEUU en Centroamérica, se coincidía totalmente con ellos
en materia económica y financiera. Se mantenía la imagen de gobierno
progresista e independiente, a la vez que aumentaba la dependencia
económica, financiera y comercial. Aunque los dos objetivos parecían ir en
sentidos totalmente inversos, se puede ver que ambos objetivos iban de la
mano, puesto que la consecución de lo primero facilitaba el éxito de lo segundo.
 La visión que EEUU tenía hacia México era, para ese entonces, de
profunda desconfianza. Las políticas seguidas por Echeverría y López Portillo
crearon ante el gobierno de Washington una imagen de irresponsabilidad,
populismo, corrupción y anti-americanismo. Pero sin duda lo que más
inquietaba a los estadounidenses era la vigencia del sistema político mexicano
como se encontraba en ese momento. En lo económico, el sistema había
acabado con el país; en lo político, a pesar de las crisis económicas recurrentes
se había mantenido un clima político y social estable, sin embargo las fuerzas
opositoras se estaban fortaleciendo por la ineptitud del régimen. En EEUU se
empezó a manejar la idea de que podría ser el momento oportuno de acercarse
a los opositores al régimen, obviamente a aquellos que comulgasen con las
ideas de Washington. 
 Así, con la pésima imagen que México tenía ante EEUU, México se fue
ganando la simpatía de Washington implantando en materia económica lo que
EEUU y el FMI pregonaban: políticas económicas neoliberales. Así fue que de
la Madrid abrió al mercado mexicano hacia las compañías extranjeras, implantó
políticas económicas austeras, solicitó su adhesión al GATT y puso a la venta
empresas paraestatales no-estratégicas. Mientras tanto EEUU acusaba al
gobierno mexicano de vínculos con el narcotráfico y proclamaba leyes migratorias que afectaban a los mexicanos en EEUU, como la Ley SimpsonRodino
10
.
 Los desencuentros entre México y EEUU continuaban sobre el tema de
Centroamérica, a la vez que de la Madrid adquiría credibilidad ante Washington
por su manejo de la economía mexicana. Cuando México parecía finalmente
llegar a un acuerdo para disentir con los EEUU se dio el asesinato de Enrique
Camarena, agente de la Agencia Anti-drogas de EEUU (DEA) en Guadalajara
en febrero de 1985
11
. Inmediatamente EEUU reaccionó y sectores del gobierno
y la prensa acusaron al gobierno de México de su incapacidad para combatir el
narcotráfico y que el mismo gobierno encubría las actividades de los cárteles.
EEUU puso en marcha una segunda Operación Interceptación y la
administración de de la Madrid negó las acusaciones. Las relaciones bilaterales
llegaban a su nivel más bajo desde la llegada de Miguel de la Madrid, a la vez
que se iba conformando la que sería la agenda bilateral contemporánea, donde
narcotráfico, migración, comercio y los problemas del sistema político mexicano
estarían entre las máximas prioridades.
Los costos del nuevo proyecto económico de México.
Las viejas alianzas sobre las que descansaba el sistema se habían roto por las
continuas crisis económicas. La alianza obrera era débil por las recurrentes olas
inflacionarias; el sector empresarial desconfiaba porque en cualquier momento
el gobierno incautaría sus empresas o congelaría sus ahorros; la clase media,
que hasta ese entonces permanecía apática de los procesos políticos, veía que
                                               
10
 Peter H. Smith, ”Mexico since 1946: Dynamics of an Authoritarian Regime”, 387.
11
 Jorge Carrillo Olea, “La Lucha Internacional contra el Narcotráfico y sus Efectos para México”
en La Política Internacional de México en el Decenio de los Ochenta, Ed. César Sepúlveda,
515. su bienestar disminuía mientras los políticos se enriquecían. La urgencia de
Miguel de la Madrid era estabilizar la situación económica, dejando de lado el
tenso ambiente político y social.
 En aras de la estabilidad económica se sacrificaron las necesarias
reformas políticas y el bienestar social. Con las políticas neoliberales los ricos
se hicieron más ricos y los pobres se  hundieron en la miseria. Creció la
desigualdad y con eso el crimen, la inseguridad, la desconfianza y la necesidad
de actuar políticamente en algunos sectores de la población.
Ante la infame corrupción vivida durante el sexenio de López Portillo, de
la Madrid adoptó el lema de la “renovación moral” como forma de legitimar su
gobierno, lo que se tradujo en el encarcelamiento de Arturo Durazo, amigo de
López Portillo y ex-comandante encargado de la lucha anti-drogas en el país, y
de Jorge Díaz Serrano, director de PEMEX con López Portillo, ambos acusados
de corrupción. También, ante el asesinato de Camarena y la presión de
Washington, se detuvo al narcotraficante Rafael Caro Quintero y desapareció la
Dirección Federal de Seguridad, la corruptísima dependencia gubernamental
encargada de la Guerra Sucia. 
En 1985, por el temblor del 19 de septiembre, la sociedad civil capitalina
emergió ante la inmovilidad del gobierno. Se crearon diversas organizaciones
vecinales y exigieron que la elección del regente del Distrito Federal fuera a
través del sufragio de los ciudadanos y no elegido directamente por el
presidente. El PRI desde ese momento perdería la capital y en el norte los
brotes de que el sistema político priísta fallaba se darían desde 1983, cuando se
le permitió al PAN ganar las presidencias municipales de Ciudad Juárez,
Hermosillo, Durango, Chihuahua y San Luis Potosí. En el sur, en 1983 la Coalición de Obreros, Campesinos, y Estudiantes del Istmo (COCEI) ganó la
municipalidad de Juchitán, Oaxaca. Ésta era una organización izquierdista
autónoma del PRI, e inmediatamente el gobierno movilizó al ejército para
implantar al candidato del PRI en el municipio. Quedaba claro que a la derecha
se le permitirían ganar algunas elecciones, pero a la izquierda independiente al
régimen de ninguna manera se le admitiría entrar al juego político.
La amenaza más grande al régimen vendría desde adentro, pues Porfirio
Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas crearían la Corriente Democrática dentro
del PRI como protesta ante las prácticas anti-democráticas del partido al
designar al candidato presidencial, y a las políticas neoliberales que lapidaban
los principios revolucionarios de bienestar social. Éstos recibirían amplias
críticas dentro del régimen y optarían por renunciar al partido y formar el Frente
Democrático Nacional (FDN) junto con pequeños partidos de izquierda, con
Cuauhtémoc Cárdenas como candidato a la presidencia en las elecciones de
1988. 
Washington y Centroamérica: la dualidad del proyecto en política exterior.
Los rasgos distintivos de la política exterior de Miguel de la Madrid son dos: (1)
la participación de México en el Grupo de Contadora, y (2) el intento de recobrar
la confianza de EEUU. Como se indicó anteriormente, México en el Grupo de
Contadora tenían como objetivo el mantener la línea de interés sobre asuntos
regionales, pero ahora se intentaba intervenir mediante de esfuerzos 
compartidos en ámbitos multilaterales. Los beneficios que México obtenía
serían dar la impresión de mantener cierta independencia de Washington,
incrementar el prestigio del país, y refrendar los principios de política exterior que durante los dos sexenios anteriores se habían olvidado. En el caso del
intento de recobrar la confianza de EEUU, los beneficios estaban dados por el
peso de este país en las instituciones financieras mundiales, las cuales México
buscaba cortejar para hacerse acreedor de empréstitos nuevos que permitieran
financiar la crisis económica del país. Los resultados de Contadora fueron
ambiguos, pues no se lograron los objetivos iniciales de pacificar la zona,
aunque se logró que EEUU no interviniera militarmente en la región. Con Miguel
de la Madrid se iniciaba una nueva era en México, en la cual los temas
económicos serán los que copen los esfuerzos de México allende de sus
fronteras y donde EEUU jugaría el rol más importante.
El modelo de desarrollo económico tuvo logros macroeconómicos con
altos costos en el nivel de vida de la población, pues a partir de las austeras
políticas financieras, los continuos recortes del presupuesto y las devaluaciones
del peso, el país logró un cierto nivel de credibilidad financiera, provocando
flujos de capitales extranjeros al país. 
La relación entre México y Cuba se mantuvo estable, incluso algunos
vínculos comerciales se incrementaron, aunque siguieron siendo insignificantes.
Castro públicamente apoyó al Grupo de Contadora, aunque continuaba
ayudando al régimen sandinista y a algunos grupos revolucionarios en el área.
La reciprocidad siguió siendo el rasgo distintivo en la relación bilateral, aunque
Cuba empezaba a ver con preocupación el acercamiento entre México y EEUU

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