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lunes, 19 de noviembre de 2012

EDUCACION SOCIALISTA EN COLIMA


La educación socialista en el estado de Colima, 1934-1940
Arcadio Alejandro García Cantú

La educación se ha convertido con el transcurso del tiempo en un
instrumento valioso, transmisor de conocimientos, ideologías y formas de pensar
dentro de una sociedad, así como en un arma intelectual. En México, en los
pasados dos siglos la disputa por poseer el control de la educación generó
enfrentamientos entre la Iglesia y el Estado; en el siglo XIX comenzó esta lucha,
pero se dio con mayor fervor en el XX.
La reforma educativa de 1934 y sus diversas acepciones
Si se considera que “La escuela no es sólo una institución de dominio
estatal sino una construcción histórica en la que se entrecruzan el Estado y la
sociedad civil y en la que se producen negociaciones cotidianas entre poderes
políticos enfrentados y concepciones culturales diversas”,
1
se entenderán las
dificultades implícitas que traen por sí solos los procesos educativos. La reforma
educativa que se presentó a finales de 1934 no permaneció al margen de esta
afirmación. Desde su gestación hasta su conclusión, la reforma fue controversial y
ambigua; causó la ira de cierto sector de la población, quien constantemente la
rechazó. No obstante, para ese año, las Cámaras del Congreso de la Unión 2
aprobarían la reforma. El Artículo Tercero Constitucional reformado decía en sus
primeros párrafos:
La educación que imparta el Estado será socialista, y además de
excluir toda doctrina religiosa, combatirá el fanatismo y los prejuicios, para lo
cual la escuela organizará sus enseñanzas y actividades en forma que
permita crear en la juventud un concepto racional y exacto del universo y de
la vida social.
Sólo el Estado  –Federación, Estados, Municipios- impartirá
educación primaria, secundaria y normal.
2
La reforma en sí se finiquito en los últimos meses del período presidencial
de Abelardo Rodríguez, quien dicho sea de paso, nunca aceptó el sentido que se
le quería dar a la educación. Caso contrario del presidente electo, General Lázaro
Cárdenas, quien aún en campaña llegó a pronunciarse a favor de la reforma
educativa.
Definir educación socialista resultó el problema medular del modelo
educativo del sexenio de Lázaro Cárdenas. Las interpretaciones fueron muy
variadas, hubo las que irradiaron utopismo, hasta las que llegaron a satanizar el
término socialista. En sí, existieron dos situaciones por resolver, la primera,
establecer con precisión el concepto de educación socialista, sus fines y objetivos,
dejando de lado las confusas y ambiguas acepciones de los términos, y la
segunda, cómo se llevaría a cabo tal educación, qué medios se utilizarían. Al
parecer nunca se pudo salir del primer punto; sobre el segundo y su puesta en
marcha, bastaron las improvisaciones e interpretaciones de los maestros que
ponían en práctica la educación. Por esta razón resultaba complicada la labor de
los docentes.
Ambicioso resultaba que la nueva educación tratara de encontrar  un
concepto racional y exacto del universo y de la vida social. Con dificultades se
podría dar un concepto racional de lo que hasta ese entonces se conocía del
universo y de la vida social, pero un concepto exacto del universo, no. Se cayó en
un grave error: partir de supuestos conceptos científicos acabados, de un
conocimiento total del universo; ni en esa época ni hoy se tienen tales avances. La
palabra exacto complicaba toda la redacción y por consiguiente su interpretación.
El problema más grave fue que así apareció en la redacción del Artículo 3º,
durante dos sexenios. Si confuso resultaba a nivel legislativo, qué se podía
esperar de las interpretaciones de la sociedad en general.
El maestro Rafael Ramírez, uno de los personajes más reconocidos de la
educación en esos años, evidenció la ausencia de una definición concreta de
educación socialista, y por consiguiente de sus fines. Ramírez, en un curso que 3
impartió a los maestros en 1935, afirmó que se tenía que empezar por proletarizar
la escuela, según él esa era la escuela que se andaba buscando con anhelo, y
para la cual no se habían encontrado las prácticas que debían integrarla; decía,
con sinceridad, que no la habían encontrado, pero no obstante existía y se
llamaría sin duda  escuela proletaria.
3
Pero ¿cómo proletarizar la escuela?
Nuevamente se caía en impresiones conceptuales. Muy contradictorio resultaba
que estando en marcha la educación socialista aún no se supiera qué se pretendía
con ella. Parecía que las esperanzas estaban puestas más en un milagro que en
una realidad.
No obstante las diversas interpretaciones que se le daban a la educación
socialista, había términos que iban en el mismo sentido y que se repetían en los
discursos, como: socializante, cooperativismo, solidaridad, fraternidad, igualdad,
colectividad. Otros como amor, patriotismo, optimismo,
4
contemplaban el ideal de
la educación socialista en la comunidad. Otras ideas desbordaban anhelos
utópicos, como la sociedad sin clases, sin explotadores ni explotados.
5
Ese era el
sentido con que se le apropiaba cuando se le miraba con optimismo, pero no
faltaban quienes despotricaban contra el término. A la educación socialista la
asimilaron con la escuela de acción, con la racionalista, con un socialismo
durkhemiano, y por supuesto con el modelo educativo soviético. Era en parte un
socialismo adaptado a la mexicana, con sus carencias y limitantes en su propia
definición. Decía Vicente Lombardo en su tiempo, que en México no se iba a
sovietizar el gobierno, sino que se iba a buscar un consenso popular que fuera en
pro de los intereses de la revolución mexicana.
6
Por tanto, la educación socialista en México se formó a partir de una gama
de acontecimientos, o se pretendió armarla, pero “no tuvo una doctrina única, ni
fue indivisible. En ella confluyeron tradiciones y prácticas educativas enraizadas
en el sistema escolar posrevolucionario, como la educación racionalista, la
pedagogía de la acción, el jacobinismo de antecedentes decimonónicos y el
modelo soviético”.
7
Tal pareciera que nunca se tuvo claro ni qué era la educación
socialista, ni tampoco cuáles iban a ser los medios con los que se pretendía
alcanzara sus objetivos. Cuando se puso en práctica, se pretendió adaptarla a la
realidad social existente en la nación, bajo los principios posrevolucionarios, los
cuales, dicho sea de paso, eran igual de diversos. 4
Colima en los treinta
La situación en Colima a inicios de los treinta comprendió básicamente el
período de gobierno de Salvador Saucedo (1931-1935). Eran tiempos en general
adversos, máxime si se considera la agudización del enfrentamiento entre el
Estado y la Iglesia Católica. En 1932, varios decretos expedidos por el Congreso
Local comenzarían a mermar de manera importante la labor de los sacerdotes en
la entidad; en primer término autorizaron que sólo podrían laborar diez ministros
en todo el estado, y no los catorce que solicitaban los católicos. Después la
cantidad se redujo a cinco, y como último golpe, para 1934 se dieron órdenes de
clausurar los templos católicos y expulsar de Colima a todos los sacerdotes.
8
Los
católicos expulsados, no obstante, se comenzarían a movilizar desde la
clandestinidad en los lugares colindantes del Estado con Jalisco y Michoacán.
9
La
situación tensaba más el panorama, se enardecía el disgusto de los católicos y se
creaban escenarios hostiles, que recordaban los tiempos de los inicios de la
guerra cristera.
En lo que respecta a la cuestión educativa, el escenario no discrepó en
mucho de los problemas sociales existentes en esos años en Colima. El
gobernador Saucedo afectó la labor educativa que venía realizando la Escuela
Normal. En 1933, ante la escasez de alumnos dicha institución fue clausurada por
el gobernador, reabriéndola, no obstante, un año después. Lo que marcó aún más
la ya debilitada reputación de esa institución fue la venta de títulos profesionales.
El desprestigio no sólo fue para la Escuela Normal, sino también para la educación
en Colima.
10
Inicio de la Educación Socialista en el Estado. Las posturas del magisterio
En 1934 la educación en Colima tuvo cambios significativos, al menos así lo
dictaban los decretos expedidos constitucionalmente: la educación sería socialista.
Para el gobierno estatal no representó mayor inconveniente realizar la
modificación a la educación. Anticipándose a la ya anunciada reforma educativa,
salió publicada en el periódico “El Clarín” la reunión que tuvo el mandatario estatal
con los profesores en agosto de ese mismo año, en el Palacio de Gobierno, donde
les comunicó que el 1 de septiembre sería implementada la enseñanza socialista
en el estado. Consideró importante la identificación de los maestros con las ideas
revolucionarias y mencionó que aquellos que no estuvieran de acuerdo, podrían 5
presentar su renuncia. Anunció además que los colegios y las escuelas
particulares dejarían de funcionar, en esa misma fecha.
11
A pesar de que ya casi
era un hecho la reforma educativa, cuando el gobernador realizó el llamado a la
misma, ésta no aparecía todavía publicada ni en el Diario Oficial de la Nación, ni
mucho menos en el Periódico Oficial del Estado de Colima. No obstante, Saucedo
demostró que apoyaría las pautas del centro, y reunió a los maestros para
mencionarles los lineamientos que se seguirían; al fin de cuentas estos eran
quienes llevarían a la práctica dicha educación.
Las respuestas a lo exigido por el gobernador fueron en dos sentidos,
básicamente: los que apoyaron la nueva orientación educativa (parte del
magisterio, autoridades locales y municipales), y los que rechazaron tales
disposiciones (los católicos que participaban activamente, gran parte de los padres
de familia, una fracción de los maestros y algunos hacendados). En apoyo al
Gobierno y a la nueva educación, un grupo del magisterio vio con buenos ojos
estos cambios y creó la Liga de Educadores Socialistas Colimenses, el 17 de
agosto de 1934, en la capital del estado.
12
Unido a eso y en voz de apoyo a la orientación socialista, la Liga formuló un
Manifiesto, fechado el 10 de septiembre de ese mismo año, repitiendo ciertos
discursos del centro, donde expresaron que su labor se enfocaría a desfanatizar a
la población,  combatiendo el error y el dogma religiosos, para que cada ser
humano sea libre espiritualmente, y que por tanto actuarían de acuerdo a la razón
y al principio científico. Admitían que la mayoría del profesorado en el estado era
esclavo de una  alta religiosidad, y por consiguiente las nuevas generaciones de
alumnos se gestaban bajo estas pautas; para que eso no continuara tratarían de
desterrar a los maestros con ideas clericales y religiosas, hasta que se lograra la
depuración en el magisterio.
13
Su manifiesto presentaba, al menos en el discurso, ideas muy avanzadas
para ese período en México y más para Colima, por ejemplo, se habla de la
igualdad entre la mujer y el hombre. Aceptaban que las mujeres tenían las
facultades necesarias para desarrollarse a la par del hombre, pero que
desgraciadamente la situación no les era del todo favorable, porque la Legislación
Civil y la moral religiosa obstaculizaba su desenvolvimiento social, y por esa razón
se solicitaba que se les educara de igual manera que a los hombres, para que
formaran parte activa de la sociedad. Entre otras cosas pedían que los maestros
que no se identificarán con la causa por cuestiones de  clase o de dogma, se
retiraran del grupo y desistieran por tanto de sus labores. Su lema estaba muy ad 6
hoc a los términos que se venían manejando:  Por la emancipación de la
humanidad.
14
Por su parte, otros profesores formaron el Bloque de Maestros Socialistas
de Colima, con la misma intención de luchar a favor de la nueva ideología
educativa. Quienes encabezaron este grupo fueron los profesores J. Jesús
Martínez D. y Ladislao Fuentes Vadillo.
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En un intento por unificar al magisterio,
en el norte del estado se formó también la Sociedad de Maestros de la Zona
Norte; en la dirección de esta agrupación quedó el Prof. Fidel M. Delgado, quien
desempeñó el cargo junto a tres secretarios, dos vocales y un comisario.
16
Así como hubo grupos de maestros a favor de la educación socialista,
también existieron los grupos que no estuvieron de acuerdo y que llegaron al
punto de desistir hasta de su cargo, con tal de no encauzarse en la nueva
orientación. En la Escuela Normal por ejemplo, al saber que los nuevos
dictámenes constitucionales eran bien vistos por el gobernador de Colima, todos
los profesores dejaron su cargo, a excepción de Santiago G. Barbosa, Aniceto
Castellanos y Miguel Gómez.
17
Castellanos inclusive participaba como miembro
activo de la recién creada Liga de Educadores Socialistas Colimenses. Otros, por
su parte, al no simpatizar con los nuevos ideales, realizaron una huelga escolar a
finales de septiembre y principios de octubre. De los doscientos maestros que
reportaba el inspector escolar Reyes Pimentel, ciento ochenta se identificaban con
el gobierno, pero los otros veinte se declaraban abiertamente contra las nuevas
posturas.
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En otro frente, varias profesoras de Instrucción Primaria y Normal tomaron
partido contra las nuevas reformas educativas. En un documento enviado al
gobernador declaraban que era anticonstitucional la implantación de la enseñanza
socialista, argumentando que ellas juraron, cuando hicieron su protesta, que
cumplirían lo dispuesto en el Artículo 3º, que decía:  la enseñanza es libre; pero
será laica..., y por tanto, al acceder a las nuevas disposiciones faltaban no sólo a
su palabra, sino que defraudaban la confianza que los padres de familia habían
depositado en ellas. Arremetieron con todo contra la enseñanza socialista, en
primer término porque de llegarse a implementar faltarían a los derechos naturales
de  los mexicanos, aunado a que sería una acción  antipatriótica. Ejemplificaban
señalando que dicha enseñanza fracasaría como en Rusia, y además causaría
infelicidad, la ruina, la desolación, la miseria más espantosa y la esclavitud más
degradante.  Por tanto,  pedían a Salvador Saucedo que desistiera de
implementarla en el Estado, porque iba en contra de los intereses del pueblo,
quienes lo habían llevado al poder.
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Las maestras, además de criticar y asociar la 7
enseñanza socialista con un sistema político, como lo fue el ruso, se agenciaban
representaciones que no les correspondían.
Primeras reacciones de la sociedad colimense
Las reacciones por parte de la sociedad no se hicieron esperar, y para el 23
de agosto 1934, después de que aparecieran en el periódico “El Clarín” las
modificaciones a la enseñanza, que anticipadamente haría el gobernador, las
madres de familia y vecinas de la ciudad de Colima redactaron un oficio al
presidente de la República. Argüían que era inaceptable que se clausuraran los
colegios particulares, porque dichos colegios cumplían con los programas fijados
por el gobierno, además de que ya tenían tiempo funcionando. La molestia iba en
dos sentidos, el primero, el gobernador quería implantar la educación socialista
cuando aún estaba vigente el Artículo 3º Constitucional de 1917, y el segundo, el
Artículo aún vigente no preveía el cierre de establecimientos particulares. Tales
acciones atacaban, a consideración de las que protestaban, los derechos de los
padres de familia a la libre elección de la educación de sus hijos, y pedían se
atendieran las irregularidades que en el estado se venían manifestando, y se les
permitiera nuevamente la apertura de los colegios particulares: La Paz,
Cuauhtémoc y Colima. La contestación vino por parte del Secretario de Educación
Pública, Eduardo Vasconcelos, quien sugirió a las solicitantes hicieran su petición
directamente al gobernador del estado, porque era competencia de esa
jurisdicción las escuelas particulares,
20
por tanto se deslindaba de lo que sucedía
en la entidad y mostraba su incapacidad para intervenir.
Días después de lo anunciado por el gobernador del estado se comenzó a
notar un nivel bajo de asistencia de los alumnos en las escuelas. En sí, esto no
era casualidad, era una forma concreta de protesta de los padres de familia para
mostrar su malestar contra la ya inminente reforma. Era una huelga de los padres
de familia, que habían acordado no enviar a sus hijos a las escuelas. Hubo, por
supuesto, municipios en donde fue más notoria la baja asistencia de los alumnos:
Villa de Álvarez, Ixtlahuacán y Cuauhtémoc. En donde casi no tuvo efectos lo
dispuesto por el mandatario estatal fue en Manzanillo y Minatitlán, esto debido,
según el Director Federal de Educación, Jacinto E. Téllez, a que eran ciudades
donde hacía tiempo no había sacerdotes. En la capital del estado y en Tecomán
sólo se sufrieron algunas bajas. No obstante, Téllez continuaba con las gestiones 8
necesarias para que el gobierno obligara a los padres de familia a no seguir
rehusándose a enviar a sus hijos a las escuelas.
21
Para mejorar la situación, la Dirección General de Educación Pública por su
parte, emitió un ultimátum el día 3 de septiembre, dirigido a los padres de familia,
para que inscribiesen a sus hijos en los planteles educativos del gobierno del
estado en un plazo no mayor de 7 días, y de hacer caso omiso se atendrían a
multas o arrestos por parte de las autoridades municipales. Según el propio
comunicado, la razón de la situación se debía a que los padres eran instigados por
ciertos elementos fanáticos disolventes.
22
Posteriormente se giró otro aviso, el 24
de octubre, pero ahora por parte del presidente municipal de la ciudad de Colima,
Rafael Ramírez Chávez, que iba en el mismo sentido: multar o arrestar a los
padres que no dieran cumplimiento a lo que señalaba el reglamento educativo.
23
Para evitar cualquier sanción por parte de la Ley de Educación por resistencias
injustificadas, los dirigentes educativos recomendaban a los propios padres revisar
los programas de estudio y la labor de los maestros, para que así ellos mismos
comprobaran que tal enseñanza no contenía nada de malo, al contrario, acotaban,
las nuevas modalidades educativas brindaban una mejor preparación a la niñez y
a la juventud.
24
Por su parte, algunos los elementos clericales continuaban desarrollando
una campaña en contra de la escuela socialista, exhortando de paso a los padres
de familia a continuar con la huelga escolar. A nivel nacional se conoció el caso
del arzobispo de Morelia, Leopoldo Ruiz y Flores, quien exiliado en San Antonio,
Texas, hacía el llamado a que ningún católico enviara a sus hijos a las escuelas
públicas.
25
En el año siguiente, en la entidad, el director de Educación Federal dio
a conocer un comunicado del obispo de Huejutla, José de Jesús, que se estaba
propagando por el estado y decía, entre otras cosas:
PENSAD QUE: la escuela socialista es una escuela de
deshonestidad sistemática y premeditada. Ahí desde los 12 años se
impartirá la enseñanza sexual más cínica. Se  prostituirá a la niña, se
degenerará al varón [...] Ahí se combatirá constantemente toda idea
religiosa. Se hará mofa sacrílega de la Iglesia y de Dios [...] Ahí se formará
una generación que será vergüenza de la Humanidad. PENSAD QUE: en la
escuela socialista perderán los niños el amor y veneración que deben a sus
padres, el respeto a los maestros, el amor a la Patria [...] PENSAD QUE: si
sois católicos ya la Iglesia Nuestra Madre, pronunció un fallo definitivo e
inapelable: Ha excomulgado a todos los padres de familia que envían a sus
hijos a la escuela socialista. PENSAD QUE: para librarnos de esa
excomunión no basta con la Absolución de un Sacerdote complaciente [...] 9
Con o sin esa absolución, si mandas a tus hijos a la escuela socialista
QUEDAS FUERA DE LA COMUNIÓN DE LA IGLESIA.
PADRE DE FAMILIA MEXICANO: Por tu propia dignidad y decoro,
por el amor que profesas a tus hijos ¡¡RECHAZALA!! Apoya la huelga
escolar.
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Las posturas del clero en general iban en el mismo sentido, radicalizar la
concepción que se tenía de la escuela socialista, de manera tal que sus
pronunciamientos extremistas ahuyentaran a los católicos de aceptarla. La
influencia procedía del estado de Jalisco, específicamente de Tonila, lugar
colindante con el municipio colimense de Cuauhtémoc.
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A nivel nacional, la manifestación más sonada contra la nueva orientación
educativa se dio en Guadalajara, el 15 de enero de 1935. Un puñado de más de
cien mujeres estudiantes creó la Sociedad de Estudiantes de la Normal.
Difundieron en todo el país su  Manifiesto a la Nación,  en donde criticaban a la
educación socialista, tachándola de inmoral, atea, corrupta y farsante. El eco de la
protesta de las estudiantes tapatías llegó a la entidad colimense, los padres de
familia que dirigían el movimiento de huelga escolar en la localidad, aprovecharon
las circunstancias e hicieron circular en todas las escuelas del estado dicho
manifiesto, reviviendo así  el sentimiento de hostilidad en contra de nuestros
planteles educativos, aseveró Luis G. Ramírez.
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La prensa en Colima también escribía al respecto, su sentir era razonable y
mesurado. Establecía que la única “novedad” a la reforma educativa era el término
socialista, agregado al de educación. Al fin de cuentas, la reforma que se proponía
no era atea, simplemente seguía siendo laica. Sí se buscaba que la población en
general se beneficiara de una mejor distribución económica, que las clases
trabajadoras no fueran explotadas, las ideas socialistas iban sin duda más acordes
a la sociedad mexicana que las capitalistas. Los mexicanos coexistían bajo ciertas
pautas socialistas, ¿acaso el reparto de tierras no se asemejaba a un socialismo
agrario?, por lo tanto no había de qué alarmarse. La nota terminaba diciendo que
sí fines similares se perseguían con la educación socialista, habría entonces que
apoyarla.
29
El problema del ausentismo escolar fue severo sólo los dos primeros años,
a partir de puesta en marcha la reforma. A medida que pasaron los años, los
padres de familia se darían cuenta que nada de inmoral había en la educación
socialista. Por consiguiente, la asistencia en términos generales subió.10
La labor social del maestro
Durante el período cardenista los maestros continuaron siendo los guías de
las comunidades, pero bajo algunas pautas de la nueva orientación educativa.
Eran la última extensión del programa educativo, al tener el contacto directo con la
gente, y conocían por consiguiente los problemas particulares y específicos de las
localidades. Los maestros se convertían en servidores integrales, su labor no sólo
se realizaba dentro del salón de clases, sino que iba más allá, eran agentes
sociales preocupados por las condiciones de sus comunidades.
Pero cómo desarrolló el maestro su labor en el salón de clases. Es
importante resaltar que en algunas escuelas sólo había un maestro, por tanto él
impartía clases para los diferentes grados escolares. Se daban clases
prácticamente todo el día, en la mañana y en la tarde para los niños, y por las
noches para los adultos. Se trabajaba de lunes a  sábado. Comenta el Prof.
Ricardo Guzmán Nava que el único material de apoyo que les facilitaba la
Secretaría de Educación eran gises y un pizarrón. Los mapas y cartulinas
especiales, donde venían algunos esquemas para dar clases, los adquiría el
propio maestro, con ayuda de la comunidad. Se apoyaban también en algunos
grabados históricos de ciencias naturales, zoología y demás. “El maestro tenía
que agenciarse todo lo necesario para trabajar con la mayor comodidad, [y] con la
mayor eficacia”.
30
Básicamente, lo que se enseñaba en las aulas era a leer y escribir;
utilizando el método onomatopéyico del colimense Gregorio Torres Quintero.
Guzmán Nava decía que cuando llegó a tener alumnos de tres grados distintos,
alternaba sus actividades. El ingenio del maestro era lo que lo sacaba adelante en
ciertas situaciones dentro de las aulas.
31
De acuerdo a los planes de la Secretaría de Educación, el maestro o
maestra debía realizar varias actividades, la implícita: impartir clases y encargarse
de toda la documentación que generaba la escuela, pero también tenía la
encomienda de realizar festivales culturales; los sábados y domingos se
destinaban para realizar acción social; se les encargaba además, visitar los
hogares para aconsejar, ayudar y curar a los enfermos. El maestro sería gestor de
todo negocio que la comunidad solicitara.
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La pregunta era: ¿el profesor o
profesora estaban capacitados para realizar todas estas actividades? No se olvide
que muchos de ellos, en Colima, no contaban siquiera con sus estudios
terminados. Parecería que en la mayoría de los casos los maestros se bastaban 11
con improvisaciones, tanto para llevar a cabo todas sus encomiendas, como
también para poner en práctica la educación socialista.
El profesor no sólo se encargaba de enseñar, como lo dictaba su labor, sino
que tenía que construir algunas veces su propio lugar de trabajo y adquirir sus
propias herramientas para la enseñanza. Cuando la necesidad así lo demandaba,
los maestros hacían los propios mesa-bancos para sus alumnos, y  en algunos
casos también fueron los iniciadores de las construcciones de teatros al aire libre.
Los profesores se encargaban de organizar semanas culturales y formar
cuadros teatrales. Un ejemplo de ello, el que se creó en la escuela Ixtlahuacán,
integrado en su mayoría por adultos y por supuesto por el mismo maestro.
Fomentaban la formación de viveros, la organización de clubes infantiles de
reforestación y la propagación y cuidado de los árboles frutales.
33
Cabe mencionar
que en la mayoría de estas actividades los maestros contaban con la colaboración
de la comunidad.
Los maestros participaban en campañas pro-limpieza y de vacunación,
principalmente contra la viruela. Se realizaban semanas de aseo, que tenían el fin
de fomentar la limpieza y la salud. Se organizaban concursos de aseo entre los
niños y las niñas. Un ejemplo concreto de estas campañas es la que se realizó en
1935, en las siete escuelas Artículo 123, pertenecientes a la segunda zona
escolar, allí se vacunó a cerca de trescientas sesenta personas, y en las mismas
se realizaron también campañas antialcohólicas.
34
De las labores sociales que desarrollaba el maestro en las comunidades, la
campaña antialcohólica fue de las que causó mayor controversia. Como caso
concreto del apoyo de los maestros a este lineamiento tan loable, se creó el
Comité Central Femenil Anti-Alcohólico. El comité combatiría el vicio del
alcoholismo, para lograr así la rehabilitación racial y moral de los sectores
sociales, en especial, los de la clase trabajadora.
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Desgraciadamente no tuvo el
apoyo general de la población, como se esperaba. Por su parte, la clausura de los
expendios de embriagantes cercanos a establecimientos educativos, fue una de
las primeras medidas que tomaron las autoridades municipales y estatales para
contrarrestar el abuso desmedido del consumo de alcohol. Aunado a esto, a partir
del 25 de enero de 1936 se suspendieron los permisos para la apertura de nuevas
cantinas. El Departamento de Salubridad Pública, en coordinación con la
Secretaria de Educación, dio a conocer al gobernador de Colima la prohibición de
cantos que se realizaban en las escuelas y que hacían alusión al alcoholismo, esto
con el propósito de encaminar a la niñez  por derroteros de honestidad y trabajo.
Canciones como “La Valentina” y “La Borrachita” dejaron de cantarse.
3612
Otro caso en particular se presentó en la escuela de Minatitlán, lugar donde
se sabía de la resistencia a la educación socialista. A finales de noviembre de
1935, en plenos festivales de la “Revolución”, el  director de la escuela, Prof.
Abundio Rubén Barreda, informó que las autoridades municipales se mantenían
indiferentes y no hacían nada contra los enemigos de la escuela. Durante el
evento “revolucionario” no se contó con el apoyo del municipio y de ninguna
persona adulta, por lo que el Prof. Barreda realizó el desfile con puros niños y el
personal escolar. En el recorrido hicieron alusión a la campaña antialcohólica que
se venía realizando, motivo que propició la burla de los vecinos. En la noche de
ese día y siguiendo con el programa, se llevó a cabo una obra teatral a la cual
concurrió un buen número de observadores, pero los resultados fueron los
mismos, inclusive los participantes fueron apedreados, resultando una alumna
lesionada. En las fechas siguientes, el mismo presidente municipal, acompañado
de algunos vecinos, en protesta contra la manifestación que se había realizado,
bajo el influjo del alcohol, en completo estado ebriedad, lanzaron insultos a los dos
maestros de la escuela. Por la noche causaron gran desorden y dispararon al
viento sus armas de fuego, amenazando incluso a los profesores.
37
En esencia,
estas campañas antialcohólicas contribuían en parte al bienestar de las
comunidades, no obstante generarían reacciones en los trabajadores, tanto de la
ciudad como de la zona rural, quienes en su mayoría eran consumidores de
bebidas embriagantes, y los cuales en sus protestas llegaron a cometer actos
soeces contra este tipo de campañas.
Fuera de las campañas, pro-limpiezas, de higiene, forestales y
antialcohólicas, el maestro también se encargaba en algunos casos de liderar a
los campesinos en las solicitudes de tierras. Comenta el Prof. Ricardo Guzmán
Nava que los maestros eran por lo regular los líderes de la comunidad y, al mismo
tiempo, líderes de las nuevas tendencias de expansión social; él apoyo a los
campesinos en el reparto de tierras que lograron en Armería,
38
así como en otros
lugares.
En algunos casos los maestros colaboraban en la creación de sindicatos en
las haciendas. En El Colomo, Manzanillo, por ejemplo, se organizó un sindicato
para obligar al hacendado para que pagara a mejor precio el kilo de coco y para
que se humanizara en las tareas laborales de los trabajadores. Llevando este
problema a la Junta de Conciliación se llegó a un arreglo favorable para los
trabajadores. En la hacienda Chiapa también se formó un sindicato, su razón de
ser: demandar al patrón para que les cubrieran el contrato colectivo de trabajo. Se
llevó a cabo una huelga, la cual obligó a los propietarios a resolver sus peticiones, 13
entre las más importantes estaba el pago en efectivo del salario mínimo.
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Sobre
ese mismo asunto de los salarios, en Caleras se presentó un caso similar. En
otras haciendas no fue menos importante la labor de los maestros, influyendo en
la clausura y cierre definitivo de las famosas tiendas de raya.
La labor social que desarrollaban los maestros en las haciendas era de
suma importancia, ellos se volvieron los depositarios de la voluntad de los
trabajadores, se convirtieron en sus líderes, en sus guías. El sostenimiento de las
escuelas fue uno de los constantes reclamos de los hacendados. Lo que más le
preocupaba a los dueños en sí era la labor social que desarrollaban los maestros
en sus fincas, ellos eran una amenaza porque se convertían en los cabecillas de
las demandas laborales de los trabajadores en las haciendas.
Las interpretaciones de la oposición: el clero y las acciones fanáticas
La falta de criterios uniformes sobre lo que era y lo que se pretendía con la
educación socialista, fue aprovechado por los opositores para mal interpretar y
distorsionar los ideales que la misma perseguía. Se propagó la idea de que esta
educación era enemiga de los campesinos; tales aseveraciones resultaban
moderadas ante otras que circulaban en el estado. Se hizo creer y se asimiló a la
educación socialista con la enseñanza sexual, con una educación sexual cínica
que llevaría a la prostitución de la niñez, y a un ambiente de inmoralidad general.
Para tratar de no perturbar más la concepción que se tenía con respecto a
la educación socialista, en la editorial de Ecos de la Costa, del 15 de septiembre
de 1935, aparece la conclusión a la que llegaron unos investigadores
estadounidenses sobre la puesta en marcha de la educación socialista en México.
En la misma se corroboró que dicha educación no se relacionaba con el
socialismo comunista, ni con los perjuicios que se le achacaban, esa educación no
tenía nada de malo, por el contrario, perseguía ideales buenos para los miembros
de la sociedad con su modelo cooperativista.
40
No obstante, los ideales de la educación socialista sucumbían ante las
interpretaciones absurdas y extremistas que perturbaron la conciencia de la
población en el estado, un ejemplo de ello es el caso que se presentó en escuela
de la Hacienda San Antonio, Mpio. de Comala, donde los alumnos adultos le
preguntaron a la maestra Esther Araujo qué cuándo se desnudaría para darles la
educación sexual; esto confirmaba los prejuicios propalados por los enemigos de
la educación socialista.
41
Guzmán Nava también mencionaba que la ignorancia de 14
la gente los llevaba pensar que al impartir la educación socialista se encueraría a
los niños y a las niñas para enseñarles educación sexual.
42
Los enemigos de la educación socialista tergiversaron su concepción con
expresiones extremistas y crearon un sentimiento social de rechazo a la
educación. Pero más grave aún, estas manifestaciones generaron brotes de
violencia contra maestros e instituciones educativas. Si bien es cierto no fue
general en todo el país, si fueron características de lo ocurrido en Colima. En
ciertas zonas de esta entidad, inclusive se presentaron escenarios como los de la
etapa cristera. La zona norte resultó ser la que más resistencia mostró desde un
inicio, los municipios en donde se presentó más rebeldía fueron Comala,
Cuauhtémoc, Minatitlán y Villa de Álvarez, así lo reportaba el director de
Educación Federal en 1935. Para ejemplo de ello lo ocurrido en enero de ese
mismo año en la escuela de Cuauhtémoc, el director de la institución informaba:
...continuamos amagados por el grupo reaccionario, con peligro de nuestras
vidas, principalmente la mía, por mis ideas revolucionarias. Nos llenaron de
insultos, ya hasta con la osadía que manifiesta una bajeza de espíritu, para
ensuciar el piso de la entrada de la escuela con escremento (sic) humano.
43
En sur sólo en el municipio de Ixtlahuacán por un tiempo se mostraron
actos de rebeldía. El director del plantel educativo de ese lugar mencionó que los
habitantes eran fanáticos, al grado que a principios del año escolar lo amenazaron
de muerte a él junto con sus ayudantes, los agresores eran principalmente
mujeres, quienes armadas con palos y piedras intentaron atacarlos. En los otros
municipios del sur la situación parecía menos complicada.
Como se ha venido mencionado, los curas católicos, al ser expulsados de
Colima ejercían su labor desde los estados de Jalisco y Michoacán. La Hacienda
San Antonio, Comala, fue unos de los lugares donde más atención tuvieron que
poner las autoridades educativas y del gobierno. Parte de los terrenos de la
hacienda correspondían a Jalisco, cerca de allí había un lugar llamado San José,
donde se realizaban misas y rosarios. El director de Educación Federal, para
verificar la situación realizó una visita el día 19 de marzo de 1935, en la que
constató la religiosidad que guardaban los vecinos del lugar. El día de la visita a la
Escuela Artículo 123 de dicha hacienda, se reportó una nula asistencia. La razón
se debió a que los trabajadores de la hacienda habían asistido ese día a una fiesta
religiosa a San José. El dueño de la finca, el Sr. Francisco Santa Cruz tuvo mucho
que ver en lo acontecido ya que había anticipado la raya a sus trabajadores para
que tuvieran dinero para ir a dárselo al cura de San José.
4415
A consideración de la profesora Esther Araujo, trabajadora de la escuela
Artículo 123 de esa finca, una de las razones del ausentismo escolar y de la
desolación de la hacienda San Antonio se hallaba en que la esposa del propietario
era una católica recalcitrante.  La señora propagaba la idea de que la educación
socialista era enemiga de los campesinos, razón que ahuyentaba a los
trabajadores, que se negaban a enviar a sus hijos al plantel. El recelo de la señora
se debía a que en el lugar habían cerrado la capilla, por orden de la autoridad de
Comala. Allí el fanatismo religioso era tan predominante que fue inútil la labor de
convencimiento que realizó el director de Educación Federal para tratar de
cambiar la idea que se tenía sobre la educación socialista. La profesora mencionó
que a pesar de la noble labor educativa que realizaba en el lugar, en múltiples
ocasiones había sido vejada e insultada de manera soez, lo que no ocasionaba
que su espíritu social desmayara.
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El problema del ausentismo y rechazó a la educación en Cuauhtémoc, se
debía a que semana a semana se formaban romerías de personas que asistían a
Tonila, Jalisco, a recibir instrucciones de los curas que establecieron en ese lugar
El Sagrado Reducto. Allí los curas hacían cambiar a la gente de criterio,
amenazándolos con la excomunión. Cuando ya se había logrado el
convencimiento de los padres de familia, los fanáticos regresaban insolentados y
envalentonados para luchar contra la educación socialista. Pero los elementos
clericales no eran los únicos que trabajaban contra la educación socialista, los
hacendados también se unieron a esta parcialidad cuando vieron sus intereses en
peligro. En la zona sur, la maestra de la escuela de Rancho Solo informó que
había sido amenazada por un sujeto, pagado por el administrador de la finca. Esto
comenzó porque la profesora estaba liderando a unos campesinos de la
comunidad para emanciparlos, además de orientarlos en la formación de grupos
de agraristas.
46
Ya para mediados de 1935 se detectaban algunas gavillas de alzados en
armas por la región montañosa de Cuauhtémoc, Comala y Villa de Álvarez. El
temor de los profesores creció más cuando se supo que las escuelas de Parían,
Carrizal y Cerro Colorado habían sido encendidas por manos criminales en horas
avanzadas de la noche. Ante este escenario tan hostil y para salvaguardar las
garantías de los maestros, las autoridades educativas comenzaron a pedir, en
contadas ocasiones, el apoyo de las fuerzas armadas federales.
47
Minatitlán se caracterizó por ser de los lugares más fanáticos de la región.
Precisamente, cerca de ese municipio, a principios de 1935 el profesor Ricardo
Guzmán Nava iba a ser sacrificado por un grupo de rebeldes que estaban en 16
contra de la educación socialista. Antes de que el profesor pudiera huir, uno de los
vigilantes le comentó que los rebeldes querían acabar con todos los maestros que
enseñarán la educación sexual.
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Esto da muestra de las distorsiones que se
habían hecho sobre la educación socialista.
Las acciones radicales no cesaron. Para 1936 la situación en la zona norte
del estado se complicó aún más, al grado que se tuvieron que tomar medidas para
cuidar la integridad de los maestros. Las autoridades educativas, en coordinación
con el General Porfirio Cadena, Comandante de la 20ª Zona Militar, establecieron
un destacamento en la cabecera del Municipio de Minatitlán. Aunado a eso, la
zona militar fue reforzada con un regimiento más de caballería. El panorama era
tan drástico que el General Cadena dio a las autoridades educativas 24 carabinas
Mausser de siete milímetros, con una dotación de cincuenta cartuchos por arma.
Veinte de estas armas fueron entregadas a los maestros que se encontraban en
las zonas de más peligro, las otras se repartieron entre los inspectores escolares.
Como medida precautoria se reagrupó a treinta maestros que laboraban en zonas
de alto riesgo, enviándolos a lugares donde la hostilidad no fuera radical.
49
En septiembre de 1937 la escuela volvía a ser blanco de los opositores a la
educación socialista. En el municipio de Comala, la escuela federal de Rancho Las
Paredes fue incendiada por un grupo rebelde de la zona.
50
En 1939, en el
municipio de Minatitlán nuevamente se presentaron brotes de violencia. El
profesor Carlos Díaz Hueso, maestro de la escuela rural de San Antonio, de ese
municipio, informó que él, junto con un grupo de militares, fueron victimas de
ataques que realizaron grupos alzados del lugar el día 21 de marzo. Ese día, en el
punto conocido como Rastrojitos, el maestro y su escolta de militares fueron
sorprendidos por unos treinta individuos, quienes atacaron a la escolta. Dos
soldados cayeron muertos, en ese instante resultó herida una señora, esposa de
un soldado, y el civil Virginio Chavira; el combate duró como una hora, lapso en el
que fue herido de muerte otro militar.
51
A manera de conclusión
Valdría la pena hacerse el siguiente cuestionamiento: ¿La educación
socialista fracasó en Colima? Generalizar con una afirmación o negación sería
caer en un error.  Podemos más bien segmentar la respuesta en dos partes, la
primera abarcaría la educación como objetivo escolar, y la segunda, sus fines y su
relación con la sociedad. Con respecto al primer punto, la educación socialista 17
fracasó; pedagógicamente hablando,  no existieron ni las bases ni las
transformaciones para afirmar lo contrario. Los maestros se valieron de la
improvisación y carecieron de orientación docente sobre la nueva ideología. En
relación con el segundo punto, se puede decir que la educación socialista cumplió
en la medida de lo posible con ciertos fines en la sociedad, principalmente la rural.
Se tuvieron algunos logros en las diversas campañas sociales que se
emprendieron. Por ejemplo, gracias al liderazgo de los profesores algunas
comunidades de campesinos se vieron beneficiadas con la repartición de tierras.
Notas
1. Susana Quintanilla y Mary Kay Vaughan, Coords. Escuela y sociedad en el periodo cardenista.
México, D.F., FCE,  2001. pp. 14-15.
2. DIARIO OFICIAL. 13 de diciembre de 1934, en  http://www.diputados.gob.mx/ LeyesBiblio/
refcns/dof/CPEUM_ref_020_13dic34_ima.pdf
3. Jesús Sotelo Inclán, “La educación socialista”, en Fernando Solana, Raúl Cardiel Reyes y Raúl
Bolaños (coords.). Historia de la educación pública en México. México, SEP / FCE, 2002. pp. 285-
286.
4 Victoria Lerner. Historia de la revolución mexicana, 1934-1940. La educación socialista. México,
D.F., El Colegio de México, 1979. pp. 79-83.
5. Quintanilla y Vaughan, 2001, p. 54.
6. Lerner, 1979, pp. 15, 79, 83, 94.
7. Quintanilla y Vaughan, 2001, p. 74.
8. Dora Elvia Enríquez Licón.  Colima en los treinta. Organizaciones obreras y política regional.
México, Consejo Nacional para las Culturas y las Artes, 1994. pp. 46-47.
9. Archivo Histórico de la Secretaría de Educación Pública (AHSEP), de 1935, Caja 20, Legajo
(Leg.) 5, Expediente (Exp.) 5.
10. Francisco Hernández Espinosa.  Historia de la Educación en Colima,  2ª ed. Colima, Talleres
litográficos de la Escuela de Artes y Oficios de Colima, 1961. pp. 156-157.
11. AHSEP, de 1934, Caja 12, Leg. 29, Periódico EL CLARÍN, Colima, a 19 de Agosto de 1934.
Año IV, Núm. 162. p. 1.
12. AHSEP, de 1934, Caja 12, Leg. 9, Exp. 1.
13. AHSEP, de 1934, Caja 12, Leg. 9.
14. AHSEP, de 1934, Exp. 49-50.
15. AHSEP, de 1934, Exp. 6.
16. “Sociedad de Maestros de la Zona Norte”, Ecos de la Costa, Colima, 03 de febrero de 1935.
Época II, Año VII, Núm. 21. p. 1.
17. Manuel Velasco Murguía, La educación superior en Colima. La Escuela Normal, Antecedente
de la Universidad. Vol. I. Colima: Universidad de Colima, 1989, p. 219.
18. AHSEP, de 1934, Caja 12, Leg. 66, Exp. 1.
19. AHSEP, de 1934, Caja 12, Leg. 29, Exp. 39-40.
20. AHSEP, de 1934, Caja 12, Leg. 29, Exp. 1-3; Exp. del 4-38 contienen firmas de las madres de
familia; Exp. 44.
21. AHSEP, de 1934, Exp. 45-46.18
22. Archivo Histórico del Estado de Colima (AHEC),  El Estado de Colima. Periódico Oficial del
Gobierno Constitucional. Tomo XIX, Núm. 36 Colima, Col., Sábado 8 de septiembre de 1934.
23. AHEC, El Estado de Colima. Periódico Oficial del Gobierno Constitucional. Tomo XIX, Núm. 43.
Colima, Col., Sábado 27 de octubre de 1934.
24. “Se hará efectiva la asistencia obligatoria a todas las escuelas del Estado”, Ecos de la Costa,
Colima, 16 de diciembre de 1934. Época II, Año VII, Núm. 14. pp.1, 8.
25. Sotelo Inclán, “La educación socialista”, en Solana, Cardiel Reyes y Bolaños. (coords.), 2002,
279.
26. AHSEP, de 1935, Caja 20, Leg. 1, Exp. 33.
27. AHSEP, de 1935, Caja 20, Leg. 5, Exp. 5.
28. AHSEP, de 1935, Caja 20, Leg. 21, Exp. 21; Exp. 2,5.
29. “Las Reformas del Art. 3º Constitucional”, Ecos de la Costa, Colima, 07 de octubre de 1934.
Época II, Año VII, Núm. 4. p. 3.
30. Entrevista al Profr. Ricardo Guzmán Nava, realizada por Arcadio Alejandro García Cantú.
Colima, Colima, 19 de mayo de 2005.
31. Entrevista  al Profr. Ricardo Guzmán Nava, realizada por la Dra. María de los Ángeles
Rodríguez Álvarez. Colima, Colima, 18 de diciembre de 2001.
32. “Las Escuelas Rurales y el Artículo 123”, Ecos de la Costa, Colima, Domingo 03 de octubre de
1937. Época II, Año X, Núm. 159. p.3.
33. AHSEP, de 1937, Caja 5, Leg. 19, Exp. 45; de 1935, Caja 20, Leg. 4, Exp. 9.
34. AHSEP, de 1935, Caja 5, Leg. 19, Exp. 39-40; de 1938, Caja 10, Leg. 12, Exp. 27-28; de 1935,
Caja 20, Leg. 4, Exp. 15; de1938, Caja 14, Leg. 32, Exp. 2-5.
35.  “Quedó constituido el Comité Central Femenil Anti  - Alcohólico”,  Ecos de la Costa,  Colima,
Domingo 23 de febrero de 1936. Época II, Año IX, Núm. 75. pp.1, 6.
36. AHSEP, de 1936, Caja 17, Leg. 28, Exp. 1-3, 5.
37. AHSEP, de 1935, Caja 20, Leg. 5, Exp. 9-10.
38. Entrevista al Profr. Ricardo Guzmán nava, realizada por Arcadio Alejandro García Cantú.
Colima, Colima, 19 de mayo de 2005.
39. AHSEP, de 1935, Caja 14, Leg. 32, Exp. 2-5; Caja 20, Leg. 1, Exp. 17-20.
40. “La realidad de la Educación Socialista en México”, Ecos de la Costa, Colima, domingo 15 de
septiembre de 1935. Época II, Año VIII, Núm. 52. p. 3.
41. AHSEP, de 1935, Caja 10, Leg. 12, Exp. 1-2.
42. Entrevista al Profr. Ricardo Guzmán Nava, realizada por la Dra. María de los Ángeles
Rodríguez Álvarez. Colima, Colima, 18 de diciembre de 2001.
43. AHSEP, de 1935, Caja 20, Leg. 5, Exp. 1-2.
44. AHSEP, de 1935, Caja 10, Leg. 12, Exp. 1-2.
45. Loc. cit.
46. AHSEP, de 1935, Caja 20, Leg. 1, Exp. 2-4; Caja 14, Leg. 32, Exp. 25-28.
47. AHSEP, de 1935, Caja 20, Leg. 4, Exp. 20-22; Caja 20, Leg. 5, Exp. 3.
48. Entrevista al Profr. Ricardo Guzmán Nava, realizada por la Dra. María de los Ángeles
Rodríguez Álvarez. Colima, Colima, 18 de diciembre de 2001.
49. AHSEP, de 1936, Caja 17, Leg. 31, Exp. 1-4.
50. “Una nueva fechoría de los rebeldes”, Ecos de la Costa, Colima, domingo 26 de septiembre de
1937, Época II, Año X, Núm. 158. p.1.
51. AHSEP, de 1939, Caja 16, Leg. 26, Exp. 9-10, 12-13.

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