José López Portillo: 1976-1982.
El intento de López Portillo de
reacercamiento con EEUU.
La situación con la que José
López Portillo se enfrenta al tomar posesión como presidente de la república es
una mezcla de preocupación y esperanza: preocupación
porque el país atravesaba por una seria crisis económica y de legitimidad, y
esperanza porque en 1974 se habían descubierto y acimientos petroleros en el
sureste del país. Los sucesos de Tlatelolco seguían persiguiendo al régimen, y
los intentos de Echeverría por acercarse a la izquierda habían sido
infructuosos, en cambio, ahora la derecha también estaba inconforme.
La estrategia de López Portillo, al interior
fue entonces de buscar un respaldo de los sectores de la izquierda y la derecha,
para así promover en el exterior un acercamiento con los EEUU y el FMI. Hacia
el interior, en el ámbito político se llevó a cabo una reforma electoral que
facilitaba la creación de partidos, aumentaba el número de diputados para dar
cabida a la oposición por representación proporcional, a la vez que se les
otorgaba espacio en los medios masivos de comunicación. Con esto la izquierda
parecía ser la más beneficiada, pues anteriormente los espacios políticos para
ella estaban restringidos a menos que fueran dentro del PRI. Para complacer a
la derecha, el gobierno buscó reformular las estrategias económicas evitando
métodos populistas que provocaran otra crisis. De esta manera, el objetivo
principal del gobierno es el de recobrar la confianza de lo capitales
extranjeros y nacionales, sujetándose a condicionantes económicas impuestas por
el FMI y la banca comercial, principalmente estadounidense.
Carlos Rico, “Hacia la Globalización”, 69-70. La dependencia financiera y comercial de
México hacia EEUU era evidente a raíz de la crisis económica de 1976. Así, en
conjunto con la aceptación de una mayor disciplina financiera, el inicio de
este sexenio se caracteriza por el regreso a los esfuerzos bilaterales en
política exterior, tratando de evitar confrontaciones y trabajar en una agenda
bilateral común que incluyera los temas del narcotráfico, migración,
energéticos, turismo, y sobre todo cooperación en ámbitos económicos y
comerciales.
Pronto México se daría cuenta de que el único
asunto que era importante para EEUU era el de los energéticos, en los demás
temas de la agenda Washington no estaba
dispuesto a dejar la unilateralidad. Los intentos de López Portillo por un
reacercamiento mostraron sus primeras dificultades cuando Carter presentó al
congreso estadounidense un plan sobre indocumentados sin consultarlo con las
autoridades mexicanas. Sin embargo, el suceso del gasoducto en 1977 terminaría
por convencer a la administración lopez portillista sobre la realidad de la
relación con EEUU. Con el gasoducto México pretendía proveer de gas natural a
la región sur de los EEUU, el cual se extendería desde los yacimientos en
Chiapas hasta la frontera con EEUU en Tamaulipas. El proyecto sería financiado
por consorcios estadounidenses, y los precios del gas se habían fijado a 2.60
dólares por millar cúbico. Ya iniciado el proyecto el Secretario de Energía de
EEUU, Arthur Schlesinger, se opuso al precio negociado y establece que se fije
a 2.25
2
.
México reacciona cancelando el
proyecto y reorientándolo a Nuevo León, con el fin de abastecer la demanda
energética de esa región del país. Con esto el costo de Josefina Zoraida
Vázquez y Lorenzo Meyer, México frente a
Estados Unidos. (Un Ensayo Histórico 1776-1988), 221-222. objetivo de López
Portillo de un reacercamiento a EEUU y a la bilateralidad, ahora sí, se esfuma
totalmente.
La reacción del gobierno de
México ante el caso del gasoducto fue de tremenda decepción y enojo. El hecho
de que la administración de Carter en un inicio manifestara simpatía para
mejorar las relaciones con México, y que en realidad empleara la unilateralidad
para tomar sus decisiones, provocaron que en México se desvanecieran las
esperanzas de que EEUU negociara con México la agenda común en condiciones de
mayor igualdad. El enojo del gobierno mexicano hacia EEUU surge por la
incapacidad de Washington de reconocer que México había invertido mucho capital
político al aceptar la inversión estadounidense en un ámbito tan delicado como
lo es el energético, y que al EEUU demostrar unilateralidad daba a los críticos
nacionalistas del proyecto una razón más para reprochar al gobierno de López
Portillo.
La bonanza económica y la
posibilidad de un nuevo activismo. La actitud de EEUU produjo desencanto en
México y provocó que López Portillo replanteara su política exterior. Los
descubrimientos petrolíferos continuaron, y para septiembre de 1979 era probado
que México poseía el 5% de las reservas mundiales de petróleo y el 3% de gas.
Gracias a esto la urgencia económica desparecía, y el gobierno de López
Portillo fue adquiriendo más confianza y certeza sobre la posibilidad de que
México jugase un papel mucho más asertivo en el exterior. El
primer proyecto de esta nueva etapa de la política exterior lopezportillista
fue el de analizar la posibilidad de que México entrara al Acuerdo Peter H. Smith, ”Mexico since 1946: Dynamics
of an Authoritarian Regime”, 377. General sobre Aranceles y Comercio (GATT) a
inicios de 1979.
Esto implicaba un cambio en el modelo de desarrollo,
ceder un poco de su soberanía al aceptar ajustarse a acuerdos comerciales
multilaterales, y además representaba un golpe a la industria nacional, pues
ésta se vería obligada a mejorar sus productos ante la competencia de las
empresas extranjeras. Finalmente México decidió posponer su entrada al GATT,
accediendo a las presiones de los grupos empresariales y de izquierda que
estaban en contra del libre mercado, y así retrasar la modernización de la
planta productiva mexicana. Esto manifiesta un retroceso del gobierno mexicano
a políticas cómodas, que representarán un costo a largo plazo.
Gracias al acercamiento del estado con los
grupos de izquierda y derecha por las reformas políticas y la negativa de
entrar al GATT, además de la seguridad económica que el país vivía por la
abundancia de energéticos, López Portillo se sentía confiado para implantar un
proyecto de política exterior activa. Si bien el activismo de México al
exterior tiene precedentes con López
Mateos en 1958 y Echeverría en
1970, este intento se caracteriza por un cambio real en el estatus de México en
el ámbito mundial gracias a sus recursos energéticos, ahora México será visto
como una potencia media con el poder suficiente de participar en asuntos
internacionales de manera independiente. Otro rasgo importante de esta política
es el alcance geográfico que México
pretende, pues se concentra en
los asuntos subregionales, en especial de Centroamérica y del Caribe. Centroamérica,
Cuba y un nuevo tercermundismo.
4
Carlos Rico, “Hacia la Globalización”, 86. Las
relaciones con Centroamérica serán en
las que se manifieste con mayor
claridad el nuevo rol internacional
de México. A partir de 1978 la situación de
Centroamérica se tornó
preocupante para México, pues las dictaduras de
Guatemala, Nicaragua y El
Salvador habían dejado de recibir apoyo de los
EEUU desde la llegada de Carter,
permitiendo el fortalecimiento de grupos
armados insurgentes que buscaban
el derrocamiento de los regímenes. La
importancia estratégica de la
región para México es obvia, y con su nuevo
estatus internacional podía
actuar efectivamente a través de programas de
cooperación, contrarrestando la
injerencia de EEUU y la implantación de nuevos
regímenes represivos.
En el caso de Nicaragua y el triunfo
sandinista de 1979, México participó
apoyando al gobierno sandinista
para evitar que se viera obligado a tomar el
mismo camino de Cuba hacia la
esfera soviética, y así justificar una intervención
estadounidense. EEUU por su parte
ya había manifestado su deseo de
suplantar a Somoza en Nicaragua.
Somoza se negaba a dejar el poder, por lo
que EEUU lo abandonó, dejando un
espacio de acción para México
permitiéndole tomar una posición
más clara a favor de la revolución
nicaragüense.
A partir de 1975 las relaciones con Cuba
mejoraban continuamente, y
ahora en el caso de Nicaragua,
Castro y López Portillo compartían el interés de
ver triunfar a la revolución
sandinista. Cuba había desempeñado un papel muy
importante a favor de la
revolución nicaragüense a través de asesoría militar y
apoyo económico y en armamento, y
tenía la intención de apoyar a la
insurgencia en Granada y El
Salvador
5
. Con el objetivo de sellar
definitivamente
5
Jorge I.
Domínguez, “Cuba Since 1959” en Cuba: A Short History, Ed. Leslie
Bethell, (EEUU:
Cambridge University Pres, 1993),
145. el estrechamiento de las relaciones entre México y Cuba y de exponer los
planes que cada uno tenía en
cuanto a Centroamérica, en especial de
Nicaragua, López Portillo invitó
a Castro a México. Y así, el 17 de mayo de
1979
6
,
después de veintidós años Fidel Castro volvería a México y sería a
Cozumel, Quintana Roo.
El encuentro entre los dos mandatarios se da
en el momento de su mayor
éxito político. López Portillo
dirigía a uno de los países con mayor crecimiento
económico en el mundo, además de
que contaba con el apoyo de amplios
sectores gracias a sus reformas
políticas. En el caso de Castro, éste se
encontraba también en el punto
más alto de su carrera como estadista: las
revoluciones se extendían por
Centroamérica, Angola y Etiopía; las sanciones
de la OEA hacia su país se habían
levantado; y la relación con la URSS era
buena. Consecuentemente, los dos
dirigentes estaban confiados de su situación
y buscaban unir esfuerzos para
lograr objetivos comunes en la región.
La visita de Castro se llevaría a cabo con
extrema cordialidad y el
resultado aparente sería de una
coordinación entre los países para permitir el
triunfo de la revolución
sandinista, México lo haría a través de apoyo político, y
Cuba mediante de apoyo militar.
Con esta intención de consultar a los líderes
interesados en el tema de
Nicaragua, subsecuentemente López Portillo se
entrevistó el 20 de mayo de 1979
con el presidente de Costa Rica, Rodrigo
Carazo Odio, quien venía
impulsando junto con Panamá y Venezuela, el apoyo
a los sectores liberales de la
oposición a Somoza
7
.
El mismo día de la entrevista con Carazo, López Portillo anunció la
ruptura de las relaciones entre
México y Nicaragua, justificando el acto en las
6
Carlos Tello, El Fin de una Amistad. La
Relación de México con la Revolución Cubana, 99-
100.
7
Carlos Rico, “Hacia la Globalización”, 93.
violaciones a los derechos humanos de parte del régimen somocista
8
. Con esto
México rompía con una de sus
tradiciones en política exterior, pues rompía
relaciones con un gobierno
electo, justificando la ruptura diplomática en base a
las prácticas que éste ejercía al
interior.
El 19 de julio de 1979, dos meses después de
que México rompiera
relaciones con Nicaragua, la
revolución sandinista triunfa. A partir de entonces
los objetivos de México en
Nicaragua serían: (1) asegurar la moderación de la
revolución, manteniendo su carácter
pluralista; y (2) apoyar al gobierno
revolucionario para que soporte
las presiones de EEUU. Si estos dos objetivos
tenían éxito México fortalecería
su imagen revolucionaria, nacionalista e
independiente al interior y al
exterior, a la vez que evitaba que Nicaragua se
viera obligada a polarizar sus
actitudes, lo cual podría originar a México
problemas similares a los que
enfrentó en 1961, cuando Cuba anunció su
adhesión a la esfera
soviética.
En septiembre de 1979 tendría
lugar en La Habana la VI Cumbre del
Movimiento de Países No-Alineados
en el marco de la Serie de Negociaciones
Globales, las cuales tenían como
fin promover el diálogo entre países
desarrollados y subdesarrollados
para lograr un Nuevo Orden Económico
Internacional
9
. En la cumbre, los
representantes mexicanos manifestarían su
simpatía por el triunfo
sandinista y se pronunciaron a favor del fin del bloqueo
económico a Cuba.
México participaría en esta
cumbre como observador, y mantendría su
renuencia a participar como
miembro del movimiento, continuando con la
8
René Herrera y Mario Ojeda, La Política de México hacia Centroamérica
(1979-1982),
(México: El Colegio de México,
1983), 51-54.
9
Olga Pellicer de Brody, “México y las Naciones
Unidas 1980-1990. De la Crisis del
Multilateralismo a los Retos de
la Posguerra Fría” en La Política Internacional de México en
el Decenio de los Ochenta, Ed.
César Sepúlveda, 206-208 tradición echeverrista de participar en los foros del
Tercer Mundo de manera
ambigua para evitar alguna
definición en cuanto a las posiciones, aún en un
periodo donde México tenía un
estatus mundial sustentado por sus recursos
energéticos. Sin embargo, un
cambio en esta actitud vendría en 1980 cuando
México acepta formar parte del
Consejo de Seguridad de la ONU por primera
vez, rompiendo con la tradición
de evitar participar en este organismo para no
comprometer al gobierno a tomar
una posición sobre temas en los que se había
preferido una actitud discreta.
Las diferencias de las visiones entre México y
EEUU sobre
Centroamérica eran claras. EEUU
veía a los movimientos revolucionarios de la
región como un resultado de la
influencia comunista de Cuba y la URSS dentro
del marco de la Guerra Fría,
mientras que México lo veía como la consecuencia
de condiciones históricas de
represión e inequidad
10
. Gracias a estas diferentes
perspectivas, la forma de abordar
el problema también sería diferente, pues
mientras EEUU lo hacía
interviniendo militarmente, México buscaba que los
conflictos se solucionaran por la
vía del diálogo.
El triunfo de la revolución sandinista impulsó
movimientos revolucionarios
en la región, fortaleciendo la
moral del Frente Farabundo Martí de Liberación
Nacional (FMLN) en El Salvador, y
en Guatemala en el caso de la Unión
Nacional Revolucionaria de
Guatemala (UNRG).
11
En el caso de El Salvador,
México también se pronunció a
favor de las fracciones revolucionarias. El
suceso más importante fue en 1981
cuando junto con Francia, México
reconocía al Frente Democrático
Revolucionario Salvadoreño, formado por las
dos fuerzas revolucionarias del
país, como una fuerza política legítima. Con esto
10
Peter H.
Smith, ”Mexico since 1946: Dynamics of an Authoritarian Regime”, 379.
11
Fernando Solana, “Balance y Perspectivas del
Decenio 1981-1990” en La Política
Internacional de México en el
Decenio de los Ochenta, Ed. César Sepúlveda, 546. México violaba el principio
de no-intervención y se hacía acreedor de fuertes
críticas de parte de los
gobiernos latinoamericanos y estadounidense, este
último encabezado ya por Ronald
Reagan, mientras que sería bien recibido por
los europeos. Sólo Nicaragua, Panamá,
Granada y Cuba apoyaron en la región
la iniciativa franco-mexicana,
incluso los gobiernos de Venezuela y Costa Rica,
que habían venido trabajando
junto con México sobre una solución pacífica en
Centroamérica, rechazaron el
pronunciamiento.
Este apoyo del gobierno mexicano a los
gobiernos y movimientos
revolucionarios trascendió
también a la esfera económica, pues en agosto de
1980 México y Venezuela pusieron
en marcha el Acuerdo de San José. En
dicho tratado los dos países
otorgarían a la región de Centroamérica y el Caribe
160 mil barriles diarios de
petróleo, además de créditos para el desarrollo de su
infraestructura
12
.
Así fue que el esfuerzo de México
en la región se centró en apoyar a los
movimientos revolucionarios
políticamente, para que una vez en el gobierno el
apoyo se extendiera al ámbito
económico con el fin de lograr consolidarlos y no
se vieran en la necesidad de
radicalizar sus posturas, acercándose a alguno de
los dos polos.
La crisis económica y la vuelta a
Washington.
Dado el clima de incertidumbre en el Medio Oriente por los
problemas sociales
y políticos en Irán, México
quedaba como el suministro petrolífero más confiable
para occidente. Lo anterior
gracias a su negativa a formar parte de la
Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP), lo que le permitía
12
Víctor Flores Olea, “La Política Exterior de
México hacia América Latina”, en La
Política
Internacional de México en el
Decenio de los Ochenta, Ed. César Sepúlveda, 182. mantener una política
energética independiente a la de los países miembros.
Así fue que México, a la vez que
concentraba su exportación energética con los
EEUU, se hacia acreedor de
créditos de parte de la banca comercial mundial,
incrementando la deuda externa de
27.5 mil millones de dólares en 1976, a más
de 74.9 mil millones de dólares
en 1981
13
.
México confiaba en que los precios del petróleo se mantendrían e
inclusive aumentarían, haciéndose
acreedor de enormes créditos en base a
esta creencia, es decir, México
gastaba dinero que todavía no tenía. Por otro
lado, el nuevo estatus de México
lo facultaba para ser una voz legítima de las
causas del Tercer Mundo. Tal rol
lo venía desempeñando en Centroamérica
desde 1979, en la ONU a partir de
1980 con su entrada al Consejo de
Seguridad, y en 1981 promoviendo
el Dialogo Norte-Sur. Este activismo
internacional, aunque sustentado
en una base más realista que el de López
Mateos o Echeverría, también pondría
al descubierto las limitaciones que
México tiene para lograr
plenamente sus objetivos de diversificación y
tercermundismo. Muestra de ello
fue lo ocurrido con Cuba respecto a la reunión
en Cancún.
Los días 23 y 24 de octubre de
1981 se llevaría a cabo, gracias al copatrocinio del gobierno de Austria, la
Reunión Internacional sobre Cooperación y
Desarrollo en Cancún, Quintana
Roo. A ella asistirían 22 jefes de estado; EEUU
vetaría la participación cubana y
la URSS se negaría a asistir.
14
Dado el respeto
y la admiración personal que
López Portillo tenía hacia Fidel Castro, éste invitó
al mandatario cubano otra vez a
México para explicarle el porqué de su
13
Véase Nora Lustig, México. Hacia la
Reconstrucción de una Economía, (México: El
Colegio
de México y Fondo de Cultura
Económica, 1994), cuadro I.5, 40-41.
14
Carlos Rico, “Hacia la Globalización”, 93;
Rosario Green, “La Diplomacia Mexicana y el
Diálogo Norte-Sur” en La Política
Exterior de México: Desafíos en los Ochenta, Ed. Olga
Pellicer de Brody, 283. ausencia
a la reunión. Ya desde la visita de
López Portillo a Cuba a finales de
julio de 1980 los dos mandatarios
habían dialogado sobre las dificultades que
implicaría para la reunión si
Castro asistiera.
López Portillo se comprometió con
Castro para plantear su asistencia a la
reunión, pero sin llegar al
extremo de que si no se aceptaba la presencia de
éste no se llevaría a cabo.
Después de consultarlo con los países asistentes,
López Portillo concluyó que los
países del Norte no estaban convencidos de la
presencia de Castro, y los del
Sur estaban divididos entre los que están de
acuerdo con la participación de
Cuba y los que están en contra. La decisión de
López Portillo de no invitar a
Cuba se hace inminente una vez que electo
Ronald Reagan como presidente de
EEUU se endurecen las actitudes entre
Este-Oeste, y veta a Cuba para la
reunión
15
.
López Portillo comunica a Castro
su decisión de que es mejor que no
asista a la reunión, iniciándose
un periodo de dificultades entre México y Cuba.
Con el objetivo de limar las
asperezas y comunicar personalmente su decisión,
López Portillo invita nuevamente
a Castro a México. Esta reunión sería otra vez
en Cozumel y se llevaría a cabo
el 7 y 8 de agosto de 1981
16
, la realidad de los
dos mandatarios era ahora muy
diferente a la de su primera reunión de mayo de
1979.
En México, los desequilibrios
económicos salieron de control a partir de
1980 por el incremento del precio
del petróleo, provocando la confianza del
gobierno de que la tendencia
continuaría e incrementando su gasto público. A
mediados de 1981 la tendencia de
los precios petroleros cambió y el gobierno
se quedó inmovilizado: el peso
estaba sobrevaluado y el gabinete
económico
15
José López
Portillo, Mis Tiempos, (México: Fernández Editores, 1988), 1039.
16
Carlos Tello, El Fin de una Amistad. La
Relación de México con la Revolución Cubana, 103. no se ponía de acuerdo sobre
si debía de revaluar la moneda, o poner controles
a las importaciones y al flujo de
capitales que salía del país
17
. La bonanza
económica de México mostraba sus
grietas y la crisis se agudizaba por la
indecisión del gobierno. La
debacle había iniciado.
En el caso de Cuba, Castro pasaba
también por una situación
complicada. El estancamiento
económico de Cuba era claro, y se empeoraba
por una sucesión de plagas que
provocaron el colapso de la agricultura en la
isla en 1980. Al mismo tiempo una
epidemia de dengue hemorrágico afectó a
más de 350 mil personas
18
. Mas el efecto que desencadenó
una gran crisis
inició en 1979, año en el que
Castro permitió a los cubanos residentes en EEUU
visitar a sus parientes en Cuba.
Cerca de 100 mil cubanos volvieron a la isla con
este fin, llevando bienes
electrónicos y de consumo a sus parientes.
Intercambiando ideas, conviviendo
e incluso comparando los bienes que
se podían adquirir en EEUU con
los que se vendían en la isla, surgió entre los
cubanos la duda sobre el rumbo
del régimen socialista. Después de que varios
miles de cubanos invadieran la
embajada de Perú en la isla en abril de 1980
para pedir asilo en ella, el
gobierno cubano decidió permitir a los cubanos
radicados fuera de la isla
recoger a sus parientes para sacarlos de Cuba.
Inmediatamente y de forma masiva
empezaron a llegar embarcaciones al puerto
de Mariel desde Florida. Se
calcula que salieron de Cuba más de 100 mil
personas
19
.
En este contexto, crítico para los dos países, se da la segunda reunión
entre José López Portillo y Fidel
Castro en Cozumel. En este encuentro López
Portillo explicaría a Castro que
es más importante la reunión de Cancún que la
17
Nora Lustig, México. Hacia la Reconstrucción
de una Economía, 39-44.
18
Carlos Tello, El Fin de una Amistad. La
Relación de México con la Revolución Cubana, 104.
19
Jorge I. Domínguez, “Cuba Since 1959”, 145.
presencia de Cuba. El mandatario cubano a fin de cuentas cedió y aceptó no
acudir a la reunión. Poco después
Castro le cobraría el favor a López Portillo
pidiéndole que depositara dinero
en el Banco Central de Cuba para salir de un
compromiso, tal compromiso era el
pago del servicio de la deuda externa a
bancos occidentales. En razón de
esto el gobierno mexicano extendió un
préstamo secreto a Cuba de 100
millones de dólares.
20
Finalmente la Reunión Norte-Sur
se llevaría a cabo, y para no fallar a la
tradición, México jugaría un
papel ambiguo, haciendo más al mediador que al
defensor del tercermundismo. La
reunión tuvo resultados más bien pobres, lo
único que el Tercer Mundo logró
fue que se ratificara la importancia de las
reuniones y se continuase con
ellas. Los resultados para México fueron: (1)
mantener una imagen de prestigio
al exterior a pesar de que su economía
entraba a una etapa crítica; (2)
darse cuenta una vez más de la poca capacidad
que tenía para pasar de la
retórica a la práctica en materia de diversificación y
tercermundismo.
El cambio en el modelo de
desarrollo del país se hizo claro cuando López
Portillo anunció al economista
neoliberal Miguel de la Madrid, Secretario de
Planeación y Presupuesto durante
este sexenio, como candidato del PRI a la
presidencia en septiembre de
1981. En febrero de 1982 el gobierno decidió
devaluar al peso, pasando de
26.35 a 45 pesos por dólar
21
. Días después,
López Portillo haría una visita a
Managua, donde plantearía los problemas
de la
región y el papel que México
trataría de jugar. El presidente mexicano identificó
a tres grandes conflictos en la
región: (1) la crisis interna en El Salvador; (2) la
desconfianza entre EEUU y
Nicaragua; y (3) la hostilidad entre EEUU y Cuba.
20
Jorge G. Castañeda, México: El Futuro en
Juego, (México: Editorial Joaquín Mórtiz, 1987),
63.
21
Nora Lustig, México. Hacia la Reconstrucción
de una Economía, 44. México, por su parte, proponía una negociación de paz en
El Salvador, un
tratado de no-agresión entre EEUU
y Nicaragua, y la ampliación del diálogo
entre EEUU y Cuba
22
.
De esta forma México se proclamaba
como el gran mediador para
terminar con los conflictos de la
región. Desgraciadamente el proyecto mexicano
no prosperó, el clima político en
El Salvador empeoró, a la vez que Reagan
radicalizaba sus posiciones en
cuanto a la Guerra Fría y Centroamérica,
imposibilitando un acercamiento
entre su gobierno y Cuba o Nicaragua. Por su
lado, México pronto se daría
cuenta que la capacidad del petróleo para
sustentar su política exterior menguaría.
La debacle vendría el día 1º de
junio. Debido a la baja en los precios
mundiales del petróleo, PEMEX
decidió bajar los precios del crudo de
exportación de 34.60 a 30.60
dólares por barril. Por lo anterior López Portillo
despide al director de PEMEX,
Jorge Díaz Serrano, y el nuevo director, Julio
Rodolfo Moctezuma, aumenta 2
dólares el precio del crudo. Ante tales
inconsistencias en la política de
precios del petróleo muchos contratos de
compra se cancelaron, reduciendo
las exportaciones petroleras del país en un
50%.
23
El precio del petróleo mexicano
se fue a la baja y en agosto llegó a 31.25
dólares por barril. El peso no se
quedaba atrás y continuaba su caída hasta
llegar a 80 pesos por dólar. El
gobierno decide congelar las cuentas bancarias
para evitar la fuga de capitales
y anuncia que no podrá cumplir con sus
obligaciones financieras.
Inmediatamente el FMI y el Banco Mundial, con la
anuencia de los EEUU, pusieron en
marcha un plan de emergencia para ayudar
22
Peter H.
Smith, ”Mexico since 1946: Dynamics of an Authoritarian Regime”, 379.
23
Carlos Rico, “Hacia la Globalización”,
111-112. a México a salir de la crisis y evitar que se propague a los mercados
financieros
mundiales.
24
Los objetivos en la política exterior de
México otra vez se
centrarían en Washington.
El 1º de Septiembre de 1982,
durante su último informe de gobierno,
López Portillo anuncia la
nacionalización de la banca, sin hacer referencia a la
responsabilidad del gobierno en
el desastre financiero. El régimen rompe su
alianza con el sector privado y
la inversión extranjera, las clases medias
estaban indignadas por la
congelación de sus cuentas, y el país entero sufría la
peor crisis económica desde el
fin de la Revolución.
El viraje de la política exterior
de México.
Durante el sexenio de López
Portillo se distinguen tres fases en su política
exterior. La primera fase es en
la que busca un acercamiento con EEUU,
proyecto que se desvanece a razón
de lo sucedido con el gasoducto en 1977. A
partir de 1977, gracias al
descubrimiento de reservas energéticas México
rediseña su política exterior, en
la cual destaca una actitud más asertiva en los
asuntos regionales. La tercera
etapa inicia en 1981, cuando comienza la
debacle económica de México.
Lo que caracteriza al proyecto en política
exterior de López Portillo es lo
que sucede durante la segunda
fase de su sexenio. En este corto periodo
México, a diferencia de otras
épocas, sustenta su activismo internacional en
base a un cambio real en su
estatus en el escenario mundial, México emerge
como una potencia regional con
capacidad suficiente para influir de manera
efectiva tanto económica como
políticamente. Es así que surge la intención de
24
Rosario Green, “Estados Unidos frente a la
Crisis Financiera Mexicana” en Política Exterior
de México. 175 Años de Historia,
Ed. Bernardo Sepúlveda Amor, (México: Secretaría de
Relaciones Exteriores, 1985)
194-199. México de involucrarse en Centroamérica y el Caribe a través de apoyó
político
al gobierno sandinista de
Nicaragua y a los movimientos revolucionarios
salvadoreños, y económicamente
con el Acuerdo de San José. Ahora México
tiene la talla suficiente para
contravenir a EEUU y buscar una política exterior
más independiente sin miedo a
represalias o buscando entendimientos
especiales.
Los propósitos de la política
exterior de este periodo fueron: (1) mantener
la estabilidad social y política
gracias a la mejora en el nivel de vida de la
población; (2) evitar que
Centroamérica se convirtiera en una arena más de la
Guerra Fría; y (3) demostrar
autonomía frente a las políticas de Washington.
Estos objetivos estuvieron
sustentados en el poder petrolero que México poseía,
por lo tanto se diluyeron junto
con la solidez económica del país.
Al iniciarse la crisis económica
en 1981 también comenzaba un
retraimiento en la política
exterior de México. Si bien López Portillo continuó
pronunciándose sobre los temas de
Centroamérica y el Caribe, ahora lo hacía
de forma más moderada y tratando
de no contravenir demasiado a Washington,
el cual a raíz de la elección de
Reagan endurecería sus actitudes en cuanto a la
Guerra Fría.
En relación con Cuba, México
continuó la política de acercamiento
impulsada por Echeverría. López
Portillo y Castro compartían el proyecto en
Centroamérica de evitar que EEUU
interviniera en la región, sin embargo
diferían en cuanto al tipo de
apoyo que deberían de dar. Cuba por su parte se
involucró considerablemente en
Nicaragua y Granada, y con la llegada de
Reagan las actitudes hostiles
hacia la isla se incrementaron, dificultando la relación entre México y Cuba,
misma que vería la posibilidad de una crisis
durante la Reunión Internacional
sobre Cooperación y Desarrollo en Cancún.
Después de un viaje que llevó a
México por la abundancia económica, el
activismo en política exterior y
la esperanza de por fin convertirse en un país
desarrollado, el país vuelve al
punto donde empezó, una crisis de legitimidad
tanto al interior como al
exterior, donde es necesario ganarse la confianza de
Washington una vez más. La
exigencia principal del régimen era salir de la crisis
económica, lo que provocará el
inició de la época de los tecnócratas y las
políticas económicas
neoliberales.
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